Nada más llegar a casa fui directo hacia mi madre, ella estaba en la cocina mientras que Lucia jugaba con sus muñecas.
-Mamá, necesito ir a Roma- mi madre se giró mirándome extrañada.
-Dani, lo siento, pero no nos lo podemos permitir- dijo mirándome triste.
-Necesiro recuperarla- le insistí.
-No puedo darte ese dinero ahora, veré que puedo hacer- dijo suspirando.
-Da igual mama, lo entiendo, veré yo donde puedo sacarlo- me fui corriendo a mi cuarto.
-NO HAGAS TONTERÍAS DANI- gritó mi madre desde el salón.
Fui a mi cuarto y llamé a María, tras tres pitidos descolgó.
-'¿Que pasa?'- contestó animada.
-'Te necesito, a ti y a tu voz, por favor es importante'- le dije nervioso
-'Dime donde y cuando'- respondió.
-'En la puerta de Kapital a las 10 esta noche, vamos a ir a un sitio que hay al lado'- indiqué.
-'Allí estaré'- contestó y colgamos.
Abrí el armario y elegí la ropa que me iba a poner, una chaqueta vaquera, unos vaqueros rotos, unas vans y una camiseta de nirvana. Del armario también saqué la guitarra eléctrica negra y blanca que era de mi padre, me quedé mirándola un momento y la guardé en la funda.
Me vestí y fui con la guitarra al metro, no tardé mucho en llegar a la puerta de Kapital que ya estaba llena de gente, María se acercó corriendo a mi y me abrazó.
-Buenas melón, ¿a qué nos enfrentamos?- dijo mirándome de arriba a bajo.
-Hay un bar que busca a un cantante para animar el ambiente, y necesito el dinero para ir a Roma- le conté mientras andábamos hacia allí.
-¿Y qué quieres que cantemos?- dijo parándome en la puerta.
-Las canciones que escribimos, tengo que ir a por todas y con ellas seguro que conseguimos el trabajo- le contesté- por favor, lo necesito.
Abrí la puerta y asintió con la cabeza. Era un bar grande, con el suelo de parqué, las mesas y las sillas de madera y con las paredes llenas de pósteres y cuadros de cantantes. Un chico se acercó hacia nosotros, iba vestido de camarero, pero tenía puestas las dilataciones y el piercing en la nariz, nos sonrío y empezó a hablar.
-Hola buenas, ¿queréis una mesa para dos?- preguntó sonriendo.
-No, gracias, venimos a la prueba para cantar, me recomendó que viniera Isabel- contesté
-Ah, si claro, pues entonces venid conmigo- caminó hacia una de las puertas.
Al entrar había un pasillo y el nos llevó a una habitación que era ancha, encendió la luz.
-Esperad un segundo que llame a mi jefe para que venga- dijo y se fue.
-Gracias por venir en serio- dejé la guitarra apoyada en la pared.
-No las des, simplemente hagámoslo- me miró sonriendo- podemos.